La reducción de las canciones pop: cómo el streaming y las redes sociales están revolucionando la producción musical
Las play lists, los algoritmos y la canción pop: cómo están cambiando la música en la era del streaming
Con la mano en el corazón, ¿hasta qué punto eres libre a la hora de producir música?, ¿solo piensas en tu arte cuando compones melodías nuevas? Claro, sabiendo que nadie está libre de influencias externas, como tampoco lo están todos los que escuchan tu música. En los últimos años, el medio musical ha sufrido una metamorfosis espectacular. Hoy, cuando una pieza musical (sobre todo en MP3) está dentro de una enorme base de datos, los críticos advierten de que la canción no solo pierde en cantidad, sino que también sufre en cuanto a su calidad. ¿Está realmente en la naturaleza de los servicios de streaming y sus algoritmos forzar las características de las canciones para que resulten estructuras agradables, como una breve introducción, armonías sencillas y una duración determinada?
¿Se convierte realmente la canción en un proveedor de servicios, un animador en un “club de música Robinson’’ que tiene listas de reproducción para cada estado de ánimo y actividad, como las que hay, por ejemplo, para ayudarte a levantarte un lunes? Hoy, junto con el productor de éxitos y director artístico de la Popakademie Mannheim, Derek von Krogh, intentaremos arrojar algo de luz sobre el tema.
¿Qué tiene que ver la radio con nuestros hábitos de escucha?
“El cambio y la optimización de las canciones pop no empezó con los servicios de streaming’’, explica Derek von Krogh, músico y productor que ha trabajado con NENA, Samy Deluxe y Silbermond, entre otros artistas. Para él, los orígenes del fenómeno están en la radio, “La llamada ‘edición de radio’ no es casual’’, dice von Krogh, y añade: ‘‘Es algo que todo el mundo recuerda de su infancia e incluso hoy, ¿quién no se acuerda de ese presentador de la radio, de muy buen humor, que se limita a parlotear en la introducción de una canción, o la canción que sencillamente se sofoca durante la sección C, el puente, ese cambio de dirección que añade información sobre la canción?, lo cual es toda una tradición que empezó a mediados de la década de 1980, cuando las emisoras de radio comenzaron a acortar las canciones para hacerlas más compatibles, en parte también porque era técnicamente posible’’.
La canción pop esconde cadáveres en el sótano
Para von Krogh, la introducción, el principio de la canción, fue lo que primero se acortó en la canción pop. “En mi opinión, la primera víctima de esta simplificación fue la introducción’’ explica. “Tomemos, por ejemplo la de la canción ‘Stairway to Heaven’ de Led Zeppelin –con ese larguísimo rasgueo de guitarra que dura una eternidad, algo que sería impensable hoy en día’’. Este inexorable acortamiento es especialmente notable cuando se escuchan canciones pop antiguas de los años de la década de 1980 o 1990. Por aquel entonces, una canción pop solía tener al menos ocho compases de introducción antes de que empezara la voz. Este proceso “normal’’ se ha ido reduciendo drásticamente en los últimos 20 años. Hoy, la mayoría de las canciones empiezan inmediatamente con la voz del cantante”, dice von Krogh.
Para von Krogh, la segunda víctima del acortamiento es el legendario solo de guitarra, afirma que ‘‘El acontecimiento musical que tradicionalmente se produce después del segundo estribillo ha desaparecido por completo. El solo de guitarra está prácticamente extinguido’’.
Otra reliquia del pasado es la sección C, que se insertaba antes del último estribillo en muchas canciones. Según von Krogh, la sección C ya no es lo que era. ‘‘La tolerancia a tocar música sin voz ha disminuido. Hoy, la sección C se compone sobre todo en frases cortas y repetitivas que estén bien’’.
En opinión de von Krogh, la siguiente medida de racionalización que sufrió la canción pop comenzó en torno al cambio de milenio. ‘‘Fue entonces cuando comenzó el lento y agónico proceso de muerte del prestribillo (algunos también lo llaman puente o precoro), que por supuesto, se basa en la fórmula siguiente: lo que nos gustaría es que llegar lo antes posible al estribillo pero sin sonar como si fuéramos cantantes ligeros. Por eso no podemos empezar siempre por el estribillo, como suele hacerse en la música popular. Por lo tanto, quitémonos de encima el prestribillo, al menos, y así llegaremos más rápido al objetivo’’. Y von Krogh continúa diciendo que ‘‘Ese o algo parecido era el método de pensamiento de los profesionales y además pasó mucho antes de que nadie pudiera haber adivinado que con el tiempo habría una base de datos musical mundial’’.
TikTok y la reducción de las canciones pop
Otro punto que plantea von Krogh es el papel de TikTok e Instagram, dos plataformas que también influyen en la composición musical. ‘‘No fue tanto el streaming lo que dio el paso más radical en la composición de la canción pop, sino que fue TikTok», explica, porque ‘‘La música que se escribe hoy tiene que estar preparada y ser apta para TikTok. Necesita un momento clave que sea tan llamativo durante sus primeros 15 segundos que esta secuencia pueda actuar como tráiler de toda la canción’’.
Esto es así porque la presencia constante de las redes sociales ha reducido la capacidad de atención de los oyentes. Hoy en día, la mayoría de la gente solo presta atención a una canción durante unos 20 segundos. Como consecuencia, las secuencias armónicas se han vuelto cada vez más sencillas. ‘‘Y eso que, debido a la extinción del prestribillo, ya había menos secuencias de armonía en una canción. La estrofa y el estribillo se basan a menudo en el mismo riff, que ahora simplemente se alinea de forma diferente’’, añade von Krogh.
¡2:50 es el nuevo 3:30!
Vale, bien, ante esto los críticos podrían argumentar “¿Pero qué pasa con canciones como ‘Bohemian Rhapsody’ de Queen? Canciones así no van a volver’’. Cierto, sin embargo incluso esta canción ya era una excepción en aquel entonces. La respuesta de von Krogh es que “No todo era mejor antiguamente. Antes también teníamos a ‘Modern Talking’. Las canciones pop de hoy simplemente se presentan a cara lavada. Van directas al grano, sin dar largos rodeos. Es un concepto diferente, pero en ningún caso peor’’.
Las play lists marcan la pauta y el tono
Tenemos que tener en cuenta que no solo ha cambiado la estructura de las canciones pop, pues la forma en que se consume la música también ha influido enormemente en la producción musical. Dentro del ámbito de las play lists, ahora ya sabemos que no todos los géneros se benefician por igual de los nuevos medios de comunicación. El pop, el hip hop y la EDM son los géneros que más éxito tienen en las plataformas de streaming, dominando los primeros puestos de las listas de reproducción. ‘‘Pero también hay excepciones, como la ‘Off Pop Playlist’ de Spotify, que se nutre de canciones alternativas’’.
Las play lists no solo influyen en la popularidad de una canción, sino también en la forma en que los artistas componen su música. Hoy en día, ellas son las que determinan el éxito, mucho más que la mera duración de una canción. Por lo tanto, tienen una influencia directa en la estructura de la música y en la forma de componerla.
¿Está realmente muerto el álbum?
Nosotros, como distribuidora, vemos cómo los servicios de streaming colocan cada semana su “Álbum Pop de la Semana”. Deezer y Tidal, en particular, hacen hincapié en esto, se centran en los álbumes y añaden constantemente nuevas joyas a esta sección. Y sí, también se tienen en cuenta las categorías, no solo las play lists. Los álbumes también suelen ser importantes para la reputación de los artistas y trabajan a favor de un objetivo visible y medible. Un aspecto interesante es que la música rock es la que menos funciona en los servicios de streaming. Sin embargo, esto se dirige claramente a un grupo objetivo que sí se compra un álbum analógico de verdad. Es un público fiel que adquiere entradas para los conciertos con un año de antelación.
Y aunque a primera vista la portada del disco parezca que no tiene una importancia inmediata, sí la tiene (y bastante), si echamos un segundo vistazo. Así que, a pesar de que la portada no tenga nada que ver con el disco en sí, siempre ha sido muy importante en el pasado, sobre todo para artistas de gran éxito. En este aspecto también ha habido grandes cambios. Antes se solía recurrir a ideas elaboradas, dibujos o simplemente a una determinada forma de arte expresivo. Ahora, en las plantillas de los servicios de streaming, todo lo que queda de la posible portada decorativa es una pequeña minisección de una imagen pequeña, porque lo que ahora se te pide como artista es que te centres en los efectos y los estallidos de color, en lugar de pensarte mucho la parte artística.
Componer para el algoritmo
El análisis de los datos de los servicios de streaming es un factor importante a la hora de medir el éxito de una canción. Aquí, la “skip rate”, (la tasa de salto) es decisiva, de manera que cuanto más larga es una canción, más probabilidades tiene de ser saltada. Esto tiene un impacto directo en la producción musical, y provoca que muchos artistas y sellos quieran asegurarse de que la canción sea lo más corta posible para no perder oyentes.
Conclusión: la música pop sigue siendo apasionante, ¡afortunadamente!
A pesar de todos los recortes y cambios, el factor de lo desconocido permanece en la música pop. ‘‘Al final, sigue existiendo ese momento de lo inesperado en la música pop ̶ por suerte’’, dice Derek von Krogh.
Aparte de las más de 400 play lists conservadas y seleccionadas de Spotify, que se actualizan diaria o semanalmente por un grupo de editores, hay hasta 10 play lists encargadas de sugerir la música adecuada para los oyentes de forma individualiza y determinada por algoritmos. El streaming de audio es el mayor segmento de ingresos del mercado musical alemán desde mediados de 2018. Además de para los proveedores de streaming, esto también tiene ventajas para los sellos discográficos, porque al analizar los datos de su música en streaming pueden ver cuándo un oyente se la salta y reaccionar a esto directamente. La llamada ‘‘skip rate’’ se ha vuelto la palabra de moda, porque se ha convertido en algo temido. Y la consigna es que debe ser lo más baja posible.
Muchas gracias a Derek von Krogh por su valoración.